La Bioquímica clínica, como la palabra lo indica, se ocupa de la química de los seres vivos. Los que hacemos Bioquímica Clínica nos ocupamos dentro de los seres vivos, en particular del genero humano y de aquellos otros que interactúan con el mismo. El desarrollo de la misma como ciencia ha tenido, a partir de las demandas de las ciencias médicas, una constante evolución por la necesidad de interpretar los fenómenos básicamente fisicoquímicos que ocurren el hombre como “sistema”
Con Claude Barnard (1813-1878) nace para la medicina el verdadero e inequívoco carácter de “ciencia” al experimentar en modelos biológicos, no sobre piezas anatómicas o disecciones que mostraban solo alteraciones morfológicas estáticas, concibiendo al cuerpo humano como una máquina biológica, allanando así el camino a la biofísica en los finales del siglo XIX.
Claro que para la verdadera comprensión del mecanismo de las enfermedades que comenzó entonces, se contó contemporáneamente con los aportes de la biología celular, la bioquímica, la farmacología y la bacteriología. Se comenzó a usar medicamentos y se diseñaron terapias sobre las fuentes de las alteraciones, más que operando sobre los síntomas.
Mas tarde, ya en el siglo XX, en el sector de la Salud, los hallazgos de Watson y Crick referido a la estructura del ADN, precisamente al finalizar la segunda guerra mundial, le dieron auge a un desarrollo tecnológico espectacular: hubo un verdadero impacto de la tecnología en el campo de la Salud Humana.
Esto le otorga un verdadero “marco científico” a la bioquímica clínica, definiéndolo inequívocamente en lo referido a la tecnología médica, en particular en la utilizada en el diagnóstico.
Nosotros, los bioquímicos clínicos, en realidad somos tecnólogos, entendiéndose por tal a un eexperto en procesos técnicos. El objetivo del tecnólogo es aplicar los conocimientos para resolver problemas, crear máquinas, instrumentos, o sistemas, que sean de utilidad en las áreas específicas en las que se desenvuelve. Hay, por tanto, una tecnología bioquímica. Como usuario de técnicas que somos, aceptamos que las mismas nacen del conocimiento, del ingenio, la creatividad y la demanda, de allí que el desarrollo tecnológico esté estrechamente vinculado, es más, es dependiente del desarrollo de las ciencias y la investigación.
Hasta los años 50 del siglo XX el laboratorio de análisis clínicos contaba con escaso instrumental , dependía del conocimiento, la habilidad y artesanía del profesional a cargo, que podía ser médico, farmacéutico, bacteriólogo, o químico, que enfrentaba los muchos desafíos que la práctica médica le presentaba, en el fondo implementando y utilizando tecnología para las demandas que la medicina requería.
Una apretada síntesis de la evolución tecnológica permite decir que cronológicamente desde el siglo XX, las mediciones comenzaron con las mediciones manométricas de los gases sanguíneos y las mediciones colorimétricas de azúcares y compuestos del nitrógeno, posteriormente electrodo de cristal para medir pH, el colorímetro con filtro de gelatina y célula fotoeléctrica de sulfuro de cadmio y el fotómetro de llama. Luego el espectrofotómetro DUUV-visible, los espectrofotómetros de exploración, fluorímetros, así como balanzas automáticas; en el área de la electroquímica, los tituladores potenciométricos y amperométricos, el contador de partículas Coulter, hasta llegar a los 60 al autoanalizador Technicon, seguido del autoanalizador multicanal y de muestras separadas. La electroforesis sobre papel y otros soportes, la cromatografía de líquidos, de gases y la cromatografía en columna. Luego electroforesis sobre diversos soportes y el isoelectroenfoque. El desarrollo del láser y los anticuerpos marcados con fluoresceína y la citometría de flujo aumentaron la capacidad, cuali y cuantitativa, de exploración de los contadores hematológicos. El aislamiento y la producción de los anticuerpos monoclonales, en la era post-Milstein, abre nuevos horizontes al campo inmunológico, con aplicación diagnóstica en otras disciplinas, como la endocrinología, oncología, virología, bacteriología, etc.
En la década del ’90 se comenzó a trabajar en Cromatografía Líquida de Alto Rendimiento (HPLC) con detector ultravioleta y fluorométrico y cromatografía gaseosa acoplada a detector de masas por impacto electrónico.
Los espectrómetros de absorción, conocidos como espectrómetros de masa y su aplicación conjunta con la cromatografía líquida comenzaron a ser utilizados en la detección de desórdenes metabólicos congénitos.
Recientemente los biosensores y el microchip, generan un nuevo microsistema de análisis químico. La quimioluminiscencia y electroquimiolumiscencia, que aumentaron además las posibilidades de automatización de los procesos.
Volviendo al modelo desarrollado por Watson y Crick dilucidando la estructura del ácido desoxirribonucleico, debemos mencionar que comenzó una profundización ininterrumpida en el conocimiento de la estructura química del material genético, la estructura de las proteínas, los genes como determinantes de esa estructura y la biosíntesis de las proteínas. Hoy, constituye el campo de la Biología Molecular, bastamente aplicado al Diagnóstico Molecular en Microbiología, Virología y enfermedades infecciosas, en tipificación de tejidos e histocompatibilidad de órganos para trasplante, en Oncología Molecular, en Genética Molecular, para nombrar los más difundidos en el campo del diagnóstico.
Hacia fines de la década de los ’80 se empezaron a introducir nuevas metodologías moleculares: las sondas de ADN, la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y más recientemente, a principios de este siglo, la PCR en tiempo real.
La apertura tecnológica del campo de la genómica, aparece como imposible de imaginar en los alcances que tendrá hacia el futuro en la práctica médica.
Entre ellas, la Proteómica que comprende el conocimiento de la estructura y función de las manifestaciones en el campo de la fisicoquímica y mecanismos enzimológicos, que implican el conocimiento de la secuencia y estructuras de los complejos proteicos, así como sus roles como parte de una red. En un sistema biológico, el contexto de la proteómica está orientado a conocer todo el comportamiento global y no el parcial. Hay, por ejemplo, un proteoma celular y otro del plasma sanguíneo.
La proteómica, para algunos, es el campo de unión entre los genes, las proteínas y la enfermedad.
La glicómica, estudiando básicamente lo mismo, pero referido a los azúcares, la transcriptómica, relativo a las características de la transcripción del código genético y la matabolómica, analizando la interrelación de los fenómenos metabólicos, serán seguramente campos de vastos desarrollos tecnológicos y de conocimientos inagotables en función del propio crecimiento de las ciencias básicas y su aplicación en el campo de la práctica médica. Así también la nanotecnología y los desarrollos TICs, seguirán con sus innumerables a portes en nuestro terreno.
Un verdadero desafío éste para aquellos que tenemos la responsabilidad de poner en valores todas las ofertas tecnológicas que aparezcan al servicio de la mejora en el diagnóstico, el tratamiento, el seguimiento y eficiencia en el tratamiento instalado, en las situaciones de enfermedad o sanidad que plantea el ser humano como sujeto.
Terreno siempre creciente, siempre en desarrollo y siempre desafiante que no deja de obligarnos a mantener un permanente conocimiento y capacitación, como es seleccionar que tecnología y que línea de razonamiento analítico, debe implementarse. Solo así se logrará, con éste y otros desarrollos científicos interdisciplinarios, que el concepto de Salud, como bienestar o calidad de vida, sea una realidad y reciba desde nuestro enfoque tecnológico, los aportes necesarios y suficientes como para ser accesibles económicamente, científicamente válidos y tengan un respaldo de conocimiento y capacitación permanente como para convertirlos en una herramienta sustentable en el tiempo para el paciente y el o los médicos responsable del mismo.
Oscar Fay.
Bibliografía recomendada:
-Carlos Schonfeld, Acta bioquím. clín. latinoam. vol.47 no.1 La Plata mar. 2013
-Mario Bunge- Filosofía para médicos- Ed- Gedisa, Barcelona, Esp. 2012
-Francis Collins, El lenguaje de la vida. Ed. Crítica, Barcelona Esp. 2010