Resulta interesante desafío para nosotros ponernos a imaginar el futuro, como partícipes de la formulación del diagnóstico médico, desde la mirada de los análisis clínicos por laboratorio bioquímico. De no hacerlo quedaríamos rápidamente excluidos de la cronología del desarrollo científico-tecnológico, y lo que es mucho peor, ausentes de la evaluación crítica de la utilidad de nuestros aportes. Intentar realizarlo, además, significa en términos prácticos analizar la trayectoria y la orientación de dichos análisis y su interrelación con los aportes efectivos al objetivo de contribuir con el mejoramiento de la calidad de vida de un sujeto desde el cuidado de su Salud.Analizar permanentemente los pilares del desarrollo científico tecnológico hacia el futuro, es en parte observar lo más detenidamente posible, los caminos por donde transcurre y avanza la investigación básica, y analizar la factibilidad de aplicar cada nuevo desarrollo en el contexto donde se desarrollará la labor. Transformar sus avances en prácticas que aporten beneficios al conjunto de la sociedad, es lo que se conoce como innovación. En el sentido estricto, se dice que de las ideas creativas solo pueden resultar innovaciones luego de que ellas se implementan como nuevos productos, servicios o procedimientos, que realmente encuentran una aplicación exitosa, imponiéndose en el uso colectivo.
No nos es extremadamente difícil este desafío, ya que venimos de una experiencia, como la vivida por las ciencias médicas desde la segunda mitad del siglo pasado, donde el impacto de la biología molecular, la inmunología, la microbiología, la informática, la genómica, para mencionar solo algunos temas, fue y es contundente en cuanto a los aportes científico-tecnológicos, en el terreno de nuestra incumbencia en las ciencias médicas.
El camino recorrido desde mediados del siglo XX, está plagado de aportes exitosos desde la bioquímica clínica en el campo del diagnóstico médico. Los mismos nos permiten hoy vernos frente a un verdadero arsenal tecnológico, de altísima diversidad, y de extremada velocidad y complejidad de desarrollo. Hoy nos encontramos frente a muchos resultados que producen sofisticados instrumentos, cuyo análisis y aplicación de los resultados en sentido práctico, deben ser todavía resueltos en términos concretos. ¿Cómo podríamos analizar los alcances y las perspectivas de futuro que cada una de nuestras participaciones temáticas y tecnológicas actuales nos ofrecen, e imaginar y pensar en que lugar estaremos, por que no decirlo….. en los próximos 25 años?
Nuestra ignorancia actual frente a los innumerables paradigmas futuros que el mencionado desarrollo nos presenta, solo puede ser abordada, con la participación, el compromiso y la valentía de encarar el análisis y la capacitación interdisciplinaria permanente. Así nos aceraremos lo más posible a una implementación justa y equitativa del conocimiento. Esto es analizar, estudiar, capacitarse, dedicarse y disponer de valentía y honestidad para asumir errores, potenciar los aciertos y por sobre todo ponerle una adecuada dosis, si fuese posible, de pasión y optimismo a nuestra actividad en tal sentido.
La oportunidad de participación que tengamos como analistas clínicos en los cambios que se produzcan en la práctica médica en un futuro no lejano, serán de una magnitud y profundidad como pocas veces ocurriera en el desarrollo de las ciencias de la Salud.
Podremos mencionar algunos de los grandes desafíos que la humanidad debe afrontar hacia el futuro, en los que, por que no decirlo, nos gustaría ser protagonistas, con nuestros aportes, desde un ángulo global u holístico de visión de la temática descripta, pero además aventurar espacios definidos de tiempo, que ya lo hemos fijado.
El crecimiento de la población mundial, en especial de gente de la llamada tercera edad y su calidad de vida en equidad. Los problemas de la urbanización creciente en grandes urbes. La mal nutrición, la falta de actividad física, la asistencia poblacional en enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardíacas, desórdenes circulatorios, cáncer, enfermedades respiratorias, metabólicas y aquellas causadas por adicciones, etc., sumarán demandas altamente vinculadas al diagnóstico, tratamiento, prevención, previsión (desde el uso racional de la genómica), que provocarán un alto impacto en la economía.
Por otro lado el incremento de las migraciones, tanto sociales (de alta prevalencia en las etnias más demandantes), como las turísticas, asistenciales, etc. generarán nuevas demandas, aun en los llamados “países desarrollados”. No debemos dejar de considerar la llamada re-emergencia de “enfermedades olvidadas”, por suponerlas controladas en la mayoría de los países (v.g. tuberculosis), así como los desbalances en programas de inmunización, que al entremezclarse las poblaciones, aumentan las posibilidades de nueva expansión.
La superindustrialización ha dado un verdadero impulso al crecimiento del estudio y las investigaciones en la neurología, ya esbozada como “neurociencia”, con identidad científica propia. Las enfermedades mentales, están hoy recibiendo el tratamiento del problema como un problema social.
Esta breve enumeración se refiere a los “viejos y nuevos temas” ya existentes en el ámbito de las Ciencias de la Salud, pero sería insuficiente si no consideramos hacia el futuro la influencia negativa que ha tenido en la asistencia de la Salud poblacional, el crecimiento demográfico en ausencia de programas a largo plazo, para generar la integración a planes de Salud de generaciones enteras excluidas socio cultural y económicamente, en muchos lugares de nuestro mundo. Los factores básicamente sociales, que interactúan con la Salud, como la educación, la inseguridad, la desigualdad social, la necesidad de generar (o reestablecer) credibilidad social institucional, son determinantes, entre muchas otras causas.
Estas situaciones se encuentran sin repuesta colectiva, en medio de una creciente influencia del crecimiento de la información global por medios modernos, en una sociedad “fluida” compuesta por generaciones “X, Y, Z”. La fácil expansión de la información, la capacidad de simple manejo y acceso a los medios de difusión, así como la virtualización, debiera ser una oportunidad de un “saludable crecimiento del conocimiento social”, de allí la gran falencia de no tener todavía grandes acuerdos en como realizarlo mirando al futuro.
De lo que no estamos seguros es si la difusión masiva e incontrolada de posibilidades teóricas y accesibilidad a soluciones potenciales en términos de Salud hacia el futuro, no nos llevará a un incontrolable abismo económico, ya que la economía global será incapaz de abordar con los recursos económicos actuales, una accesibilidad justa y equitativa de las nuevas tecnologías para todos los demandantes. En tal sentido es tiempo de pensar de qué manera se realizan la difusión de los conocimientos científicos a nivel general. Debe prepararse la población para recibirlos en toda sus posibilidades, presentes, futuras y además programando lo que sería una permanente “educación para la salud”. Desde los primeros pasos escolares deben enseñarse, con las técnicas específicas de creación de hábitos, que bien conocen los docentes, las normas individuales y colectivas de higiene y salubridad. Por otro lado la difusión pública del desarrollo científico-tecnológico, con honestidad, seriedad, profesionalidad y sobre todo sin mercantilismo, con todas sus virtudes y limitaciones, debe ser realizado por comunicadores especializados en información para la Salud. El riesgo de no poner esta actividad bajo límites acordados por expertos, puede llevar a un uso inadecuado e inoportuno y lo que es peor a una demanda irreal de sus posibilidades con rigurosidad científica. Lo cual arrastra inexorablemente a que se generen gastos innecesarios y mal dirigidos, especialmente en el sector público, que harán inaplicable equitativamente, muchas de las necesidad resueltas en el futuro en el tema Salud, ya que deben hacerse bajo normas y protocolos realmente probados y reales, en una población seleccionada previamente por sus necesidades médicas..
Debemos pensar, por ejemplo, que ya hay algunas propuestas avanzadas de medicinas personalizadas o alimentación a medida, en determinadas situaciones metabólicas controlables ya tienen sustento teórico, pero pensando también en las inversiones que requerirá su implementación generalizada, la misma deberá hacerse en un marco aceptablemente lógico de demanda.
Eso nos hace pensar que a medida que avanzamos en la tecnología, más nos distanciamos de la posibilidad de acceso económico de la sociedad en su conjunto, a disponer de la misma. Es el talón de Aquiles para “cabalgar” con adecuadas innovaciones la dinámica de desarrollo tecnológico actual.
Debiéramos ya estar discutiendo estas situaciones en países como el nuestro, tan vulnerable y dependiente de decisiones de las que no participamos en su debate, pero cuyas consecuencias las sufrimos en forma directa. Qué medidas debemos tomar para no quedar en el intento de mejorar nuestra calidad de vida, es la pregunta que nos debiéramos formular, ya que además, debemos tomar las decisiones que realmente nos favorezcan y nos garanticen una cadena de desarrollo sustentable y equitativo, con una demanda adecuada, racional y programada del uso de los avances tecnológicos.
Dr. Oscar Fay
Director General
Cibic