La Macroglobulinemia de Waldeström (MW) es un trastorno de los linfocitos B con diferenciación plasmocítica y producción de una proteína monoclonal isotipo IgM. Representa sólo el 1-2% de las neoplasias hematológicas. Tiene una incidencia global de 1/260.000 personas/año en Estados Unidos y una prevalencia estimada de alrededor 1/102.220 en Europa. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres y la edad media de su diagnóstico es de 72 años.
Las principales características clínicas son hepatoesplenomegalia, linfadenopatías, manifestaciones multisistémicas, hemorragia buconasal, síndrome de hiperviscosidad y citopenia. La fatiga, relacionada con la anemia normocítica normocrónica, es el síntoma de presentación más frecuente.
La infiltración visceral es poco frecuente pero puede afectar al estómago, intestino delgado, pulmones, glándulas exocrinas o piel, con síntomas como diarrea, esteatorrea y púrpura cutánea. En pacientes con síndrome de hiperviscosidad, son frecuentes la hemorragia retiniana y las complicaciones neurológicas graves (confusión mental, accidente vascular cerebral).
La neuropatía periférica se halla presente en más del 38% de los pacientes con MW, y en algunos casos se ha observado un síndrome nefrótico. Las complicaciones más graves son insuficiencia de la médula ósea, citopenia autoinmune, linfoma de células B grandes, vasculitis por complejos inmunes y, las infecciones.
Se desconoce la etiología de la MW y aunque se cree que intervienen factores diversos relacionados con el sistema inmune, existe un claro componente genético, ya que familiares de primer grado de pacientes con MW tienen un mayor riesgo de padecer la enfermedad.
Diagnóstico:
El diagnóstico se confirma por la presencia de la proteína monoclonal IgM en suero y una biopsia de médula ósea caracterizada por la presencia de mayor o igual a 10% de células linfoplasmacíticas de carácter clonal.
Respecto al patrón inmunofenotípico de la MW no es patognomónico pero es característica la coexistencia de linfoplasmocitos y células plasmáticas junto a los linfocitos tumorales, cuyo patrón inmunofenotípico es el siguiente: expresión constante de antígenos pan B (CD19++, CD20++, CD22+ y CD79a+) y de inmunoglobulinas de superficie (sIg); CD5- y CD23- en ~80% de los casos; CD10-; CD103- y CD11c- ; y FMC7+. Hay que remarcar el patrón CD25+/CD22+ débil muy característico de la MW. Finalmente, las células plasmáticas de la MW tienen un perfil antigénico (CD38++, CD19++/-, CD56-, CD45++, CD20+) diferente al de las células plasmáticas mielomatosas.
El valor medio de la concentración de hemoglobina en el momento del diagnóstico es de 10g/ dL. La electroforesis de proteínas séricas y la inmunofijación, así como la tomografía computarizada (TC) de abdomen y pelvis contribuyen al diagnóstico. Un 30% de los pacientes presentan esplenomegalia y/o linfadenopatías.
Diagnóstico molecular:
Aunque aún no se han identificado genes relacionados con una mayor susceptibilidad a padecer la enfermedad, se han identificado locus de susceptibilidad en el cromosoma 6p21.3 y 4q, y casi un 50% de los pacientes con MW presentan deleciones 6q en las células tumorales (identificadas por FISH).
Recientemente, en un 90% de pacientes con MW, se ha identificado una mutación somática altamente recurrente: MYD88 (3p22) (L265P). Su detección ayuda a establecer un diagnóstico de MW en pacientes con histología y citometría de flujo compatible y podría complementar el diagnóstico diferencial con Mieloma múltiple en casos poco claros así como también con otros linfomas indolentes.
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Referencias:
– https://www.orpha.net/consor/cgi-bin/OC_Exp.php?lng=ES&Expert=33226
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– Treon SP y cols. MYD88 L265P somatic mutation in Waldenstrom’s macroglobulinemia. N Engl J Med. 2012;367(9):826-33.
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