Año tras año desde 1954, cada tercer domingo de enero se celebra el Día Mundial de la lucha contra la Lepra. Dicho día fue propuesto por el escritor y periodista francés M. Raoul Follereau tras visitar a un leprosoria situado en Costa de Marfil en 1953 con el propósito de concientizar a los ciudadanos sobre la existencia de dicha enfermedad y en un intento por erradicar el estigma que sufrían los enfermos.
La información acerca de esta antigua enfermedad que nos llega a través de viejos libros de historia originan prejuicios alejados de la realidad que nos llevan a excluir y discriminar a los enfermos. Si bien es contagiosa, lo es en baja proporción y hace falta un contacto frecuente y prolongado entre un enfermo bacilífero y un huésped susceptible para que se transmita la enfermedad.
Paciente bacilífero: es aquél que presenta bacilos infectantes en sus fosas nasales y piel. Contacto frecuente y prolongado: se refiere a la persona que convive bajo un mismo techo y efectúa por lo menos una comida en común o que convive no menos de cuarenta horas semanales por un período prolongado de tiempo. Existen condiciones predisponentes del huésped susceptible como la promiscuidad, falta de higiene, mala nutrición, causas genéticas, etc.). Se debe aclarar, además, que de una madre enferma nace un niño sano.
La lepra es una enfermedad infecto-contagiosa resultado de la interacción de Mycobacterium leprae con los tejidos y el sistema inmune del huésped. Afecta preferentemente piel, mucosas y nervios periféricos. Su agente etiológico, es un bacilo ácido-alcohol resistente que sólo se ha logrado reproducir en tejidos vivos. Las vías de transmisión incluyen principalmente, las secreciones respiratorias de una persona enferma y no tratada, y en menor medida a través de heridas de la piel y secreciones nasales.
En nuestro país existen actualmente unos 500 pacientes bajo tratamiento de los cuales 266 fueron diagnosticados y confirmados durante el año 2013 y 206 durante el año 2014. Nuestra provincia está dentro de la zona endémica. En Rosario son asistidos 121 pacientes contando con una tasa de prevalencia de 1/10.000 habitantes.
¿Cuándo sospechar de la enfermedad?
Se inicia habitualmente con una mancha hipocrómica e hipoestésica en la piel (el paciente no siente el tacto y no distingue el calor del frío). A ese estadio de la enfermedad se lo denomina lepra incaracterística. Si el paciente tiene una buena respuesta de la inmunidad celular puede evolucionar hacia una forma tuberculoide con una o varias placas circunscriptas y compromiso de los nervios periféricos, de lo contrario evoluciona hacia a una forma lepromatosa con nódulos e infiltración de la piel y compromiso bilateral, presentando la piel aceitosa y la caída de la cola de las cejas la cual le da un aspecto característico. Puede haber costras nasales con epistaxis y compromiso ocular (iritis y queratitis). En esta forma hay una baja respuesta de tipo TH1 (mediada por linfocitos T helper tipo 1). También hay formas borderline que se presentan con manchas de borde externo rojizo difuso e interno neto.
La forma tuberculoide es paucibacilar (baja cantidad de bacilos), mientras que la forma lepromatosa es multibacilar (alta cantidad de bacilos) y es la que contagia si bien después de tres meses de tratamiento dejan de serlo. En las formas multibacilares, la patología muestra que predominan las células vacuoladas o de Virchow que son macrófagos cargados de bacilos a los que no pueden eliminar. Las coloraciones para bacilos ácido-alcohol resistentes serán intensamente positivas en los pacientes no tratados. La epidermis es atrófica y por debajo de ella se encuentra el llamado muro de contención o banda de Unna. En las formas paucibacilares predominan las células epitelioides y los linfocitos conformando en algunos casos granulomas que se ubican preferentemente rodeando vasos, anexos cutáneos y nervios. La vacunación BCG tiene cierto efecto protector.
El diagnóstico se realiza con extendidos de muestra de mucosa de techo nasal, o biopsia de las lesiones con coloración para bacterias ácido-alcohol resistentes. No se puede cultivar.
La lepra es una enfermedad curable. Si se trata en las primeras fases, se evita la discapacidad. Para el tratamiento se emplean 4,4´-diaminodifenilsulfona (dapsona o DDS), rifampicina, clofazimina y etionamida. Los tratamientos son prolongados y las cepas pueden hacerse resistentes. El paciente puede atenderse en forma ambulatoria y llevar una vida normal.
Bibliografía
– Municipalidad de Rosario. https://www.rosario.gov.ar/mr/epidemiologia/publicaciones-sime/articulos-sime/lepra-situacion-actual-estrategias-locales-de-control (consultado el 7/1/2015).
– Sociedad Argentina de Dermatología. http://www.sad.org.ar/lepra/resenia.htm
– Notario R. Microbiología para el médico. UNR Ed. 2ª de. Rosario2014.
– Ministerio de Salud de la Nación. Secretaría de Promoción y Programas sanitarios. Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud SNVS-C2/ SIVILA. Boletín integrado de Vigilancia SE53:103-4. 2014.