El virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), conocido como el virus del SIDA, infecta aproximadamente 122.000 personas en nuestro país, de las cuales 70.000 se encuentran bajo tratamiento. Durante 2017 se realizaron alrededor de 6500 nuevos diagnósticos, siendo el 35% de estos, diagnósticos tardíos. Debido a que la infección aguda cursa con síntomas similares a una gripe leve, las oportunidades de diagnóstico en etapas tempranas de la infección son limitadas, consecuentemente se estima que el 30% de los individuos infectados con VIH desconoce su situación (1).
El virus de la hepatitis C es el agente etiológico de la hepatitis C y, al igual que el VIH, causa infección crónica asintomática en un alto porcentaje de los individuos infectados (80%). Aunque la prevalencia en nuestro país se desconoce, se estima que un 1% de la población podría estar infectada, lo cual representaría alrededor de 400.000 individuos con VHC. Al igual que la infección crónica, la infección aguda rara vez se acompaña de síntomas y este el principal motivo por el cual al menos un 50% de los pacientes que conviven con el virus desconoce su estado (2).
Ambos virus causan infecciones crónicas las cuales se caracterizan por evolucionar a largo plazo provocando enfermedades graves sumamente riesgosas para la salud de los individuos infectados, por lo cual es importante lograr diagnosticar a tiempo y prevenir la evolución de estas infecciones, pudiendo así mejorar la calidad de vida de los pacientes y prevenir nuevos contagios.
Hoy por hoy, ambas infecciones cuentan con disponibilidad de tratamientos altamente efectivos. Con el advenimiento de los antivirales de acción directa es posible curar a un 95% de los pacientes infectados crónicamente con el VHC reduciendo la evolución del deterioro de la función hepática en la mayoría de los casos. Mientras que las drogas utilizadas en la terapia antirretroviral permiten que los pacientes infectados con el VIH tengan una expectativa de vida similar o mayor a la de la población no infectada.
La OMS está trabajando sobre la erradicación de la hepatitis C y la supresión virológica de los pacientes infectados con VIH con metas muy ambiciosas para los años 2030 y 2020 respectivamente. Más allá de esto, si los pacientes no logran ser diagnosticados será muy difícil lograr los objetivos propuestos ya que uno de los principales inconvenientes radica en el gran número de pacientes infectados que desconocen su situación (3, 4).
En el presente artículo queremos compartir los algoritmos diagnósticos tanto para VIH como para VHC. El testeo de VHC se recomienda en toda la población adulta por lo menos una vez a lo largo de su vida ya que una gran proporción de los pacientes infectados con VHC desconoce su fuente de contagio. Por otro lado, el VIH tiene como principal vía de entrada la vía sexual, siendo las poblaciones con mayor prevalencia la población trans, los hombres que tienen sexo con hombres y los usuarios de drogas inyectables, sin embargo se conoce que el virus del SIDA no tiene distinción de claseedad o grupo etario y por lo cual cualquier visita al médico podría ser motivo válido para realizar un test de screening (2, 5).
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Referencias:
1-Boletin Epidemiológico Nº 34. Dirección de Sida y ETS, Ministerio de Salud de la Nación. Argentina, 2017.
2- Consenso Argentino Hepatitis C. Noviembre 2013. AAEEH. Acta Gastroenterológica
3- 90-90-90 Un ambicioso objetivo de tratamiento para contribuir al fin de la epidemia de sida, ONUSIDA, 2014 http://www.unaids.org/es/resources/documents/2014/90-90-90
4- Global hepatitis report, WHO. 2017. http://www.who.int/hepatitis/publications/global-hepatitis-report2017/en/
5- Algoritmos de diagnóstico para VIH, MISAL, 2016.
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