Los linfocitos son un grupo de células del sistema inmunitario. Sus características singulares las convierten en las únicas células capaces de reconocer diversos determinantes antigénicos y distinguirlos específicamente, por lo que asumen las dos características definitorias de la inmunidad adaptativa: su especificidad y su memoria (1). Desempeñan un papel fundamental en el control de las infecciones y cualquier deficiencia o desbalance en su cantidad o su función conlleva un riesgo importante para la salud.
En los linfocitos se evidencian subpoblaciones que difieren entre sí en sus funciones y productos proteicos, pero son muy similares desde el punto de vista morfológico. Por esta razón se necesitan técnicas de alta sensibilidad y especificidad para su estudio diferencial.
Durante el estudio de los leucocitos humanos se adoptó un sistema de nomenclatura según el cual, cualquier marcador de superficie que identificara una estirpe particular o una fase de diferenciación, cuya estructura estuviera definida y resultara reconocida por un grupo de anticuerpos monoclonales recibía la denominación en inglés de “cluster of differentiation” (CD). Así, los diferentes marcadores de superficie que se iban identificando eran nombrados como “CD” seguido de un número (ejemplo: CD1, CD4, CD8). La clasificación de linfocitos según la expresión de Antígenos CD se encuentra ampliamente difundida y vigente en la actualidad.
En los últimos años se han desarrollado anticuerpos monoclonales que reconocen dichos antígenos de superficie que conjugados a distintos fluorocromos permiten su detección y caracterización de las células que los expresan mediante técnicas muy sensibles y precisas como es la Citometría de Flujo.
De esta manera, los linfocitos humanos pueden clasificarse en dos poblaciones principales según su función biológica y su expresión de antígenos de superficie celular: linfocitos B y linfocitos T.
– Linfocitos B: Están implicados en la inmunidad adaptativa con un rol fundamental que es el de producir anticuerpos (inmunidad humoral). Los linfocitos B maduros se caracterizan por expresar los marcadores CD19 y CD20 en su superficie.
– Linfocitos T: a diferencia de los linfocitos B, los linfocitos T están involucrados en la inmunidad celular. Reconocen antígenos de los microorganismos intracelulares y actúan destruyendo los microorganismos y las células infectadas. Expresan la molécula CD3 en su superficie asociada al receptor antigénico de la célula T (TCR).
Dentro de este conjunto de linfocitos, se pueden diferenciar dos subtipos: Linfocitos T cooperadores y Linfocitos T citotóxicos, ambos de importancia clínica.
• Linfocitos T cooperadores: son CD3+CD4+. Su función característica es que, luego de activarse por exposición a un antígeno secretan intermediarios (citocinas) que ayudan a la activación y proliferación de otras células como macrófagos y linfocitos B, para controlar la infección. En la actualidad, su cuantificación ha tomado importancia por su relación con la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El linfocito CD3+CD4+ junto a monocitos y células dendríticas, son las células susceptibles de infección por el VIH. Durante la infección aguda se produce una disminución brusca de linfocitos CD3+CD4+. Si durante la evolución de la enfermedad el recuento de linfocitos CD3+CD4+ cae por debajo de 200 células/µL, el riesgo de infecciones u otros componentes clínicos del SIDA se incrementa considerablemente.
• Linfocitos T citotóxicos: se caracterizan por ser CD3+CD8+. Están implicados en la destrucción de células infectadas por microbios y células tumorales. En la infección por VIH se produce una respuesta de linfocitos T CD8+ citotóxicos específicos contra el virus, con lo cual su número se incrementa. En momentos de alta viremia de VIH, el número de linfocitos CD3+CD4+ disminuye y el de CD3+CD8+ aumenta. En un individuo sano, la relación CD3+CD4+/CD3+CD8+ es de 0.9 a 1.9 (3). En un individuo infectado con VIH se produce un desbalance que disminuye esta relación, encontrándose valores más bajos.
Además de los linfocitos B y T existen otras tipos de células denominadas células NK que son morfológicamente indistinguibles de los linfocitos T y B excepto por los gránulos que contienen. Las células NK son componentes importantes en la defensa inmunitaria innata y median la citotoxicidad contra ciertas células tumorales y células infectadas por virus. Las células NK están caracterizadas por la presencia de los marcadores CD56, CD16 y por la ausencia de CD3 y del receptor antigénico de células T (TCR).
El estudio de subpoblaciones linfocitarias por Citometría de Flujo mediante los marcadores CD3, CD19, CD56, CD16, CD4 y CD8 puede utilizarse para la monitorización del estado inmunológico. La medición del valor relativo y/o absoluto de estas subpoblaciones es de suma importancia para la toma de decisiones diagnósticas y/o terapéuticas. Por ejemplo, la medida de los niveles de linfocitos CD3+CD4+ y determinación de la relación CD3+CD4+/CD3+CD8+ en pacientes infectados con VIH se han utilizado para establecer los puntos de decisión para iniciar la profilaxis de ciertas infecciones oportunistas, o para la terapia antiviral y también para supervisar la eficacia del tratamiento. El Ministerio de Salud de la Nación recomienda realizar el recuento de linfocitos CD3+CD4+ acompañado de la medición de Carga Viral, dos o tres veces al año, a pacientes VIH positivos tratados o no tratados (2).
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Bibliografía:
1- Abbas, Lichtman, Pillai. “Inmunología celular y molecular”, 6ta edición, año 2008
2- Ministerio de Salud de la Nación. Dirección de SIDA y ETS. “Si tenés VIH. Seguimiento y tratamiento”.
3- Barrera Ramirez y col. “Citometría de Flujo, vínculo entre la investigación básica y la aplicación clínica”. Revista del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Méx 2004; Vol. 17(1):42-55
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