La enfermedad aterosclerótica es la responsable del desarrollo de la enfermedad coronaria, la cerebrovascular, la arterial periférica y los aneurismas ateroscleróticos. Dicha enfermedad representa una de las causas más frecuentes de morbimortalidad en el mundo y se estima que dentro de pocos años las enfermedades cardiovasculares superarán a las enfermedades infecciosas como principal causa de mortalidad en el mundo. En los últimos años, uno de los avances más importantes en el estudio de dicha enfermedad fue la identificación de nuevos factores de riesgo o marcadores los cuales han sido propuestos como significativos predictores de aterosclerosis y sus complicaciones.
Uno de estos nuevos marcadores es el fibrinógeno, el cual se ha demostrado que elevados niveles del mismo no sólo han sido asociados con el inicio clínico de la enfermedad, sino también se han relacionado con la presencia de recurrencia en el infarto de miocardio o enfermedad cerebrovascular (1).
El fibrinógeno es una glicoproteína dimérica de un peso molecular aproximado de 340 KDa. Cada monómero está constituido por tres cadenas polipeptídicas (a, ß y ?). Su principal órgano de síntesis es el hígado y su concentración plasmática ronda en valores desde 200 a 400 mg/dl y tiene una vida media de 3-4 días. El fibrinógeno se presenta en forma soluble y por acción de la trombina se convierte en fibrina, la cual es insoluble, siendo esta transformación el principal papel del fibrinógeno en el proceso de la coagulación, en el que se le conoce como Factor I. Su catabolismo está mediado por la plasmina, la cual actúa sobre el fibrinógeno y fibrina generando los productos de degradación del fibrinógeno D y E (2). Además de sus funciones biológicas en la hemostasia, el fibrinógeno presenta otras funciones las cuales establecen su participación en la génesis y desarrollo de la enfermedad vascular aterosclerótica. Se ha estudiado y demostrado la participación del fibrinógeno a través de dichas funciones en los tres mecanismos más importantes de la patofisiología de la enfermedad cardiovascular: inflamación, aterogénesis y trombogénesis.
En la inflamación, el fibrinógenos es la proteína más importante de la fase aguda reactante en la cual niveles altos del mismo potencia la interacción leucocitos-células endoteliales aumentando aún más la respuesta inflamatoria, los motivos no están del todo esclarecidos, pero posiblemente ocurre debido a estímulos diversos como ldl-oxidasa, citoquinas, radicales libres de oxígeno y otros factores que no son comunes en procesos infecciosos crónicos.
El papel del fibrinógeno en la aterogénesis incluye su unión a los receptores de las moléculas de adhesión de las células endoteliales, aumenta la producción de sustancias vasoactivas, sus productos de degradación se acumulan en el espacio subendotelial de vasos en reparación y modifican la permeabilidad del endotelio estimulando la migración de células endoteliales, proliferación y migración de células musculares lisas, además ejercen efecto quimiotáctico sobre los monocitos favoreciendo su reclutamiento. El fibrinógeno facilita la acumulación extracelular subendotelial de LDL-Colesterol, transfiere colesterol de las plaquetas a los monocitos/macrófagos y puede contribuir a la formación de células espumosas (3).
En el proceso trombogénico hemos visto que el fibrinógeno es clave en la formación del trombo de fibrina ante una injuria al endotelio pero concentraciones elevadas del mismo produce la formación de trombos murales rígidos, fuertemente adheridos y pocos susceptibles a la acción de la fibrinólisis ya que interfieren con los receptores de plasminógeno disminuyendo la capacidad del sistema fibrinolítico. La interacción entre los altos niveles de fibrinógeno y las plaquetas (mediado por los receptores glicoproteicos plaquetarios IIb/IIIa) conduce a un incremento en la adhesión de estas a la pared vascular y una mayor posibilidad de agregación plaquetaria. Dado su alto peso molecular y forma asimétrica el fibrinógenos en altas concentraciones produce un aumento de la viscosidad plasmática, esto se traduce en cambios endoteliales por modificación del estrés de turbulencia, llevando a un aumento del riesgo de aterosclerosis (por cambio en la expresión de VCAM-1, aumentando la adhesividad del endotelio) (4).
Existen diferentes factores endógenos y exógenos relacionados al aumento de la concentración de fibrinógeno. El factor endógeno está determinado por el polimorfismo genético de cada individuo. El fibrinógeno esta codificado por tres genes, de los cuales el gen de la cadena beta presenta un gran polimorfismo y se ha visto que varios polimorfismos de ese gen están asociados con elevados niveles plasmáticos de fibrinógeno. En cuanto a los factores exógenos, el fibrinógeno está asociado a la mayoría de los factores de riesgo comunes para enfermedad cardiovascular, dentro de los factores que estimulan la hiperfibrinogenemia encontramos el sexo en donde las concentraciones de fibrinógenos son mayores en mujeres respecto al de los hombres, la edad, las concentraciones plasmáticas de fibrinógeno aumenta con la edad, un índice de masa corporal > 30, el tabaquismo, bajas concentración de HDL-colesterol, altas concentraciones de LDL-colesterol, ejercicio físico intenso y no moderado, el uso de anticonceptivos, menopausia, estrés, etc. , son algunas de las causas más importantes de la hiperfibrinogenemia (5). Todas estas pautas nos permiten ver la importancia del fibrinógeno como factor de riesgo cardiovascular, en particular en aquellos pacientes con antecedentes coronarios. Por ello sería lógico incorporar el dosaje de fibrinógeno a los controles de lípidos y glucemia. En Cibic, el fibrinógeno, se determina por un método coagulométrico basado en el método de Clauss, en el cual un exceso de trombina se adiciona a un plasma diluido y donde el tiempo de coagulación es inversamente proporcional a la concentración de fibrinógeno plasmático.
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Bibliografía
1- Toros Xavier, Castellanos Raúl, Fernadez Britto José E. Fibrinógeno y riesgo cardiovascular: algunas reflexiones. Revista cubana de Invest Biomed 2005; 24:3-15
2- Paterno Carlos A. Los enigmas del fibrinógeno y la enfermedad coronaria. Revista de la Federación Argentina de Cardiología 2000; 29: 515-517
3- Litvak R, Abuin de León B, Beck E, Demartin A. Fibrinógeno como factor de riesgo cardiovascular: valor pronóstico. Revista Argentina de Cardiología 1995; vol63, nº6: 535-540.
4- Fernandez Travieso Julio César. El fibrinógeno como factor de riesgo de enfermedad aterotrombótica. Revista Cenic Ciencias Biológicas 2009; vol40, nº1: 3-11
5- Baez MC, Tarán M, Culasso JM, Balceda A, Scribano MP, Moya M. Nuevo rol para una vieja proteína; fibrinógeno. Hematología 2013; vol 17, nº1: 21-25.
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